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Ahora, un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de científicos que incluye a la bióloga investigadora de la UC Santa Bárbara Jenn Caselle ha demostrado que las especies que poseen la capacidad de calentar su núcleo -un proceso llamado endotermia- son capaces de nadar dos veces y media más rápido que aquellas cuya temperatura corporal no cambia. Además, estas especies, entre las que se encuentran algunos tiburones y atunes, también pueden nadar el doble de lejos, distancias comparables a las de animales de sangre caliente como los pingüinos y otros mamíferos marinos. Los hallazgos de los investigadores aparecen en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
«El coste de moverse más rápido y más lejos es alto, así que tiene que haber una razón ecológica que compense el gasto fisiológico», dijo Caselle. «Estos peces endotérmicos están poniendo mucha más energía en cada unidad de movimiento que sus homólogos de sangre fría.
«De hecho, el coste estimado del transporte es el doble de alto, pero a cambio están obteniendo beneficios de esa mayor velocidad de natación y un mayor rango de migración», añadió. «Nuestra hipótesis es que estas ganancias permiten a estos endotermos ser cazadores más eficientes y abarcar áreas más amplias en su migración, lo que probablemente proporciona beneficios de alimentación y reproducción».
Para llevar a cabo el estudio, el equipo combinó los datos existentes con la nueva información que obtuvieron al conectar sensores -diseñados y construidos por el autor principal, Yuuki Watanabe, del Instituto Nacional de Investigación Polar de Japón- a varios tiburones en diferentes lugares del mundo. El análisis de los investigadores sugiere que la endotermia muscular «roja» más cálida permite una navegación más rápida y una mayor resistencia, lo que a su vez permite a estos peces nadar largas distancias con relativa rapidez. Esta característica, especulan los científicos marinos, permite a los peces aprovechar las fuentes de alimento que varían según la estación.
De las examinadas en el estudio, cuatro especies de tiburones son endotérmicas -salmón, cailón, blanco y marrajo-, al igual que cinco especies de atún -aleta amarilla, atún rojo del sur, atún rojo del Atlántico, atún rojo del Pacífico y atún blanco. Una especie en particular, el tiburón blanco, tiene un rango de migración mayor que el de la ballena jorobada.
De interés específico, señaló Caselle, es el hecho de que la endotermia evolucionó de forma independiente en estos grupos de peces claramente diferentes. Los dos grupos taxonómicos divergieron hace más de 450 millones de años, y lo más probable es que su ancestro común fuera de sangre fría. «Los mecanismos de la evolución convergente no son siempre los mismos, aunque en este caso sí lo son», dijo Caselle. «Sólo hay un número limitado de formas en las que un pez puede reconvertirse.
«Esta investigación comienza a arrojar luz sobre las posibles razones por las que estos peces endotérmicos evolucionaron de esta manera», concluyó Caselle. «Nuestro trabajo contiene casi toda la información registrada electrónicamente en la literatura en este momento – y eso no es mucho. Nos gustaría poder ampliar el uso de los datos capturados por los sensores a otros grupos de peces con el fin de construir un conjunto de datos que pudiéramos analizar para ver lo que hacen las diferentes especies en cuanto a sus movimientos y velocidad».