Arteria ilíaca externa

Hemorragia interna

La rotura de la arteria utero-ovárica o uterina, dentro del ligamento ancho, se produce a veces en el parto o poco después. En raras ocasiones, la arteria se rompe antes del parto. La rotura de la arteria ilíaca externa se produce con menos frecuencia. La rotura de la arteria utero-ovárica derecha, del útero medio o de la rama vaginal de la arteria uterina es más frecuente que la rotura de la arteria izquierda. Los cambios degenerativos relacionados con la edad (es decir, asociados a la edad de la yegua >10 años) en las paredes de los vasos, incluidos los aneurismas, predisponen a la yegua a la rotura vascular. La ruptura vascular también puede ocurrir con el prolapso uterino o la torsión.

La yegua afectada puede mostrar signos de cólico severo e implacable, con sudoración profusa y evidencia de shock hemorrágico (membranas mucosas pálidas, bajo volumen celular empaquetado, aumento del pulso y la frecuencia respiratoria, sudoración con extremidades frías, debilidad y postración). Alternativamente, la yegua puede no mostrar signos de dolor, con una hemorragia controlada dentro del ligamento ancho. Puede detectarse un hematoma, normalmente de 20 a 30 cm de diámetro, en el ligamento ancho del útero durante el examen rutinario previo a la cría de yeguas en las que la hemorragia se ha restringido a esta zona.

El tratamiento de la hemorragia grave asociada a la rotura de las arterias uterinas o iliacas suele ser infructuoso. La yegua debe ser confinada en un establo oscuro para evitar la actividad y la excitación. La excitación añadida asociada a posibles métodos terapéuticos como la transfusión de sangre y la administración de fármacos puede elevar la presión sanguínea de la yegua lo suficiente como para exacerbar la hemorragia, provocando la rotura del ligamento ancho y la muerte. Pueden administrarse analgésicos, como flunixina meglumina (0,5 a 1,0 mg/kg por vía intravenosa) y tartrato de butorfanol (0,02 a 0,04 mg/kg por vía intravenosa) para controlar el dolor asociado a la distensión del ligamento ancho. Pueden administrarse corticosteroides para combatir el shock. La rotura del ligamento ancho con hemorragia intraabdominal suele provocar una rápida extravasación y la muerte. La hemorragia intraabdominal puede confirmarse con una abdominocentesis.

Algunas yeguas con evidencia de hemorragia intraabdominal han sobrevivido tras el tratamiento del shock hemorrágico. El estado circulatorio de la yegua debe ser evaluado para determinar si es necesaria una transfusión de sangre total o una terapia de expansión de plasma. Los cambios en los parámetros de laboratorio (por ejemplo, un volumen celular empaquetado < 15%, una concentración de hemoglobina <5 mg/dL, y una concentración de proteínas plasmáticas <4 mg/dL) son indicativos de una marcada pérdida de sangre y una capacidad de transporte de oxígeno deficiente. Si se observan estos cambios, debe considerarse la posibilidad de una transfusión. El médico debe recordar que cuando se pierden grandes cantidades de sangre total, los valores de laboratorio que apoyan la necesidad de transfusión suelen ir por detrás de los signos clínicos de pérdida de sangre hipovolémica. Por lo tanto, cuando los signos clínicos de pérdida de sangre hipovolémica (por ejemplo, taquicardia, pulso débil, membranas mucosas pálidas, debilidad y depresión) están presentes, la transfusión de sangre entera debe ser considerada fuertemente. En los libros de texto se comentan las directrices para la extracción de sangre de un donante adecuado y para la administración de sangre a la yegua afectada.

Se ha recomendado la administración de clorhidrato de naloxona para el tratamiento de la rotura de la arteria uterina o utero-ovárica en las yeguas. Los opioides endógenos pueden ser liberados durante el shock hemorrágico, y la naloxona, un antagonista de los narcóticos, debería bloquear sus efectos. El fundamento de esta teoría se basa en el hallazgo de que la administración de naloxona atenúa algunas de las respuestas cardiovasculares asociadas al shock inducido experimentalmente en los caballos. Así, se ha propuesto que la naloxona tiene un valor terapéutico potencial para el tratamiento del shock. Aparentemente, la naloxona antagoniza las acciones de los opioides endógenos movilizados por el dolor o el estrés y participa en la regulación de la presión sanguínea por el sistema nervioso central. La naloxona (de 8 a 20 mg) se administra por vía intravenosa a la yegua que ya ha sido colocada en un establo oscuro y tranquilo. No se sabe si este tratamiento es superior a la simple colocación de la yegua en el mismo tipo de entorno tranquilo, con o sin la administración de otros fármacos.

También se ha utilizado un fármaco antifibrinolítico, el ácido aminocaproico, para controlar la hemorragia (por ejemplo, con la rotura de las arterias uterinas o los lugares de incisión de las cesáreas). Este fármaco inhibe los factores que promueven la lisis del coágulo, reduciendo así la hemorragia secundaria.

En general, no recomendamos que se separe al potro de la yegua a menos que sea necesario para proteger al potro de una lesión inadvertida por parte de la yegua con cólicos. Si es necesario separar al potro de la madre, deben tomarse medidas para garantizar que se satisfagan las necesidades de nutrientes e inmunidad pasiva del potro.

Los hematomas que permanecen contenidos dentro del ligamento ancho retroceden gradualmente en unas pocas semanas. Algunos hematomas pueden permanecer palpables como agrandamientos uterinos firmes durante varios meses u ocasionalmente más. Estos hematomas uterinos pueden detectarse por vía rectal durante el examen previo a la cría de yeguas en las que no se sospechaba ningún problema posparto. En la ecografía, el hematoma que se consolida aparecerá más ecolúcido que el resto del útero, con ecodensidades dispersas por todo el coágulo (Figuras 10-11 y 10-12). El hematoma se vuelve palpablemente más firme y progresivamente más ecodenso a medida que se organiza el tejido fibroso. Si el hematoma es excesivamente grande, la deposición de un extenso tejido cicatrizal alrededor del tracto reproductivo puede poner fin a la carrera reproductiva de la yegua.

Algunos investigadores sugieren una mayor probabilidad de recurrencia de la ruptura vascular, con una hemorragia fatal en el siguiente parto. Sin embargo, varios profesionales de grandes granjas de cría informan de que las yeguas afectadas suelen ser fértiles una vez que los hematomas remiten y las yeguas afectadas que se vuelven a criar suelen dar a luz a los siguientes potros sin que se produzca una recurrencia de la hemorragia.