El poder del contagio emocional
¿Has tenido alguna vez la sensación de que los estados de ánimo son contagiosos? Has notado que el mal humor de una persona puede hundir a todo un grupo o, al contrario, que la excitación de un miembro puede extenderse a todo el equipo?
Buenas noticias: no te estás imaginando las cosas. Este fenómeno se llama «contagio emocional», y se refiere al «intercambio» subconsciente de estados de ánimo entre las personas de un grupo. Desde un punto de vista fisiológico, esto es lo que ocurre: Las «neuronas espejo» de nuestro cerebro se disparan cuando observamos un comportamiento y activan las partes de nuestro cerebro que reflejan ese comportamiento. Por ejemplo, un estudio expuso a los participantes a imágenes de varias expresiones faciales durante treinta milisegundos a la vez -no el tiempo suficiente para reconocerlas conscientemente- y descubrió que los participantes mostraban una mayor actividad eléctrica en los músculos necesarios para imitar las caras a las que habían sido expuestos.
Puedes aprender más sobre las neuronas espejo y el fenómeno del contagio emocional en este vídeo de BrainCraft.
La respuesta corta: bastante.
Considera tus objetivos en cualquier entorno de comunicación. A grandes rasgos, usted quiere transmitir un mensaje a una audiencia (receptor) de manera que provoque una respuesta particular (probablemente un acuerdo). Así que cuando añadimos el contagio emocional a la mezcla, estamos añadiendo una capa más profunda que el propio mensaje. Estamos añadiendo información sobre cómo te sientes tú (el emisor) sobre el mensaje, y cómo debería sentirse el receptor como resultado.
Pongamos en práctica esta idea en dos escenarios diferentes: Una presentación formal y una reunión de equipo en el trabajo.
Contagio emocional en presentaciones formales
En un estudio realizado en el año 2000 en la Universidad de Würzburg (Alemania), los investigadores hicieron que los participantes escucharan un discurso emocionalmente neutro que se pronunciaba con una voz ligeramente alegre o ligeramente triste. Los investigadores descubrieron que los participantes «captaban» el estado de ánimo que transmitía el orador.
Y es probable que usted mismo haya visto esto, como miembro del público. Si un orador está desplomado sobre el podio con una cara inexpresiva y una voz monótona, no es probable que interiorice una palabra de lo que dice. Pero si su tono de voz, su postura, sus expresiones faciales y sus gestos transmiten su pasión -ya sea porque está enfadado, emocionado o apenado-, no podrás evitar captarlos tú mismo.
Así que la próxima vez que te pongas detrás de un micrófono, piensa en cómo quieres que se sienta tu público con lo que le estás contando. ¿Quieres que se emocionen tanto como tú? ¿Quieres que estén indignados? ¿Relajados? ¿Emocionado? Si transmites estas características y estados de ánimo en la forma en que te comunicas, puedes apostar a que lo captarán.
Contagio emocional en el lugar de trabajo
Si bien la mayor parte de la investigación sobre el contagio emocional se ha centrado en conversaciones individuales y presentaciones formales, un investigador, el Dr. Sigal Barsade, ha descubierto que el fenómeno también desempeña un papel importante en las dinámicas de grupo.
Dividió a los participantes en el estudio en grupos a los que se les encomendó la tarea de representar el papel de un comité salarial que negociaba cómo asignar los fondos. Cada grupo incluía un actor al que se le había asignado la tarea de transmitir uno de los cuatro estados de ánimo diferentes: entusiasmo, calidez, irritabilidad y pereza.
El estado de ánimo del actor no sólo se extendió como se había predicho, sino que también afectó a la forma en que cada grupo trabajó en conjunto. Los grupos en los que el actor había «contagiado» emociones positivas cooperaban mejor, discutían menos y, en definitiva, estaban más satisfechos con su actuación que los grupos en los que el actor había infundido negatividad. Sin embargo, en las discusiones post-mortem sobre el rendimiento del grupo, ninguno de ellos atribuyó su éxito o fracaso a la emoción del actor: el efecto fue, de nuevo, subconsciente.
Considere las oportunidades que tiene un líder, entonces, para utilizar el contagio emocional en beneficio de su equipo. En un artículo de Harvard Business Review de 2016, la doctora Barsade dice: «Al no sólo permitir que las emociones entren en el lugar de trabajo, sino también entenderlas y darles forma conscientemente, los líderes pueden motivar mejor a sus empleados.» Cita un entorno en el que el directivo parece constantemente enfadado: con el tiempo, los empleados se sentirán más a gusto expresando su enfado que su alegría por el trabajo. Por otro lado, dice, un espíritu juguetón o alegre en la cúpula directiva impregnará al resto de la organización, lo que conducirá a mejorar la satisfacción de los empleados, la productividad y el compromiso a largo plazo.
Así que la próxima vez que te prepares para cualquier tipo de comunicación -ya sea una gran presentación, una reunión de equipo o un cara a cara con un amigo o colega- considera el impacto que tus emociones pueden tener en el resultado del evento y céntrate en asegurarte de que tu presencia refleja las emociones que quieres inspirar.
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