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La amilasa y la lipasa son enzimas digestivas que normalmente se liberan de las células acinares del páncreas exocrino al duodeno. Tras una lesión en el páncreas, estas enzimas se liberan en la circulación. Mientras que la amilasa se elimina en la orina, la lipasa se reabsorbe en la circulación. En los casos de pancreatitis aguda, la actividad sérica de ambas enzimas está muy aumentada.La lipasa sérica es ahora la prueba preferida debido a su mayor sensibilidad, especialmente en la pancreatitis inducida por el alcohol. Su elevación prolongada crea una ventana diagnóstica más amplia que la de la amilasa. En la pancreatitis aguda, la amilasa puede aumentar rápidamente entre las tres y seis horas siguientes al inicio de los síntomas y puede permanecer elevada hasta cinco días. La lipasa, sin embargo, suele alcanzar su punto máximo a las 24 horas y sus concentraciones séricas permanecen elevadas de ocho a 14 días. Esto significa que es mucho más útil que la amilasa cuando la presentación clínica o las pruebas se han retrasado más de 24 horas.Las directrices y recomendaciones actuales indican que se debe preferir la lipasa a la amilasa total y pancreática para el diagnóstico inicial de la pancreatitis aguda y que la evaluación no debe repetirse a lo largo del tiempo para controlar el pronóstico de la enfermedad. Sólo debe considerarse la posibilidad de repetir las pruebas cuando el paciente presente signos y síntomas de inflamación pancreática o peripancreática persistente, obstrucción del conducto pancreático o desarrollo de un pseudoquiste. Por lo general, se desaconseja la realización de pruebas tanto de amilasa como de lipasa, ya que aumentan los costes y sólo mejoran marginalmente la eficacia diagnóstica en comparación con cualquiera de los dos marcadores por separado.