La fiebre puerperal, también llamada fiebre de parto, es la infección de alguna parte de los órganos reproductores femeninos tras el parto o el aborto. Los casos de fiebre de 38 °C (100,4 °F) y más durante los primeros 10 días después del parto o del aborto espontáneo son notificables a la autoridad civil en la mayoría de los países desarrollados, y el médico notificador aclara el diagnóstico posteriormente, si es posible. La infección puerperal suele afectar a la superficie bruta del interior del útero tras la separación de la placenta (posparto), pero los organismos patógenos también pueden afectar a las laceraciones de cualquier parte del tracto genital. Por cualquier portal, pueden invadir el torrente sanguíneo y el sistema linfático para causar septicemia (envenenamiento de la sangre), celulitis (inflamación del tejido celular) y peritonitis pélvica o generalizada (inflamación del revestimiento abdominal). La gravedad de la enfermedad depende de la virulencia del organismo infeccioso, de la resistencia de los tejidos invadidos y de la salud general de la paciente. Los abortos realizados en entornos poco higiénicos suelen provocar fiebre puerperal.