Reconocer y definir tres formas básicas de aprendizaje: el condicionamiento clásico, el condicionamiento operante y el aprendizaje observacional
Las aves construyen nidos y emigran cuando se acerca el invierno. Los bebés maman del pecho de su madre. Los perros se sacuden el agua del pelaje mojado. Los salmones nadan río arriba para desovar y las arañas tejen intrincadas telas. ¿Qué tienen en común estos comportamientos aparentemente inconexos? Son comportamientos no aprendidos. Tanto los instintos como los reflejos son comportamientos innatos (no aprendidos) con los que nacen los organismos. Los reflejos son una reacción motora o neuronal a un estímulo específico del entorno. Suelen ser más sencillos que los instintos, implican la actividad de partes y sistemas corporales específicos (por ejemplo, el reflejo rotuliano y la contracción de la pupila ante la luz brillante) e implican centros más primitivos del sistema nervioso central (por ejemplo, la médula espinal y el bulbo raquídeo). Por el contrario, los instintos son comportamientos innatos que se desencadenan por una serie de acontecimientos más amplios, como la maduración y el cambio de estación. Son patrones de comportamiento más complejos, implican el movimiento del organismo en su conjunto (por ejemplo, la actividad sexual y la migración) e implican centros cerebrales superiores.
Tanto los reflejos como los instintos ayudan a un organismo a adaptarse a su entorno y no tienen que ser aprendidos. Por ejemplo, todo bebé humano sano tiene un reflejo de succión, presente al nacer. Los bebés nacen sabiendo chupar un pezón, ya sea artificial (de un biberón) o humano. Nadie enseña al bebé a succionar, al igual que nadie enseña a una cría de tortuga marina a desplazarse hacia el océano.
El aprendizaje, como los reflejos y los instintos, permite a un organismo adaptarse a su entorno. Pero a diferencia de los instintos y los reflejos, los comportamientos aprendidos implican cambio y experiencia: el aprendizaje es un cambio relativamente permanente en el comportamiento o el conocimiento que resulta de la experiencia. A diferencia de los comportamientos innatos, el aprendizaje implica la adquisición de conocimientos y habilidades a través de la experiencia. Volviendo a nuestro escenario del surf, Julián tendrá que pasar mucho más tiempo entrenando con su tabla de surf antes de aprender a cabalgar las olas como su padre.
Pruébalo
Aprender a surfear, así como cualquier proceso de aprendizaje complejo (por ejemplo, aprender sobre la disciplina de la psicología), implica una compleja interacción de procesos conscientes e inconscientes. El aprendizaje se ha estudiado tradicionalmente en términos de sus componentes más simples: las asociaciones que nuestra mente hace automáticamente entre los acontecimientos. Nuestras mentes tienen una tendencia natural a conectar eventos que ocurren muy juntos o en secuencia. El aprendizaje asociativo se produce cuando un organismo establece conexiones entre estímulos o acontecimientos que se producen juntos en el entorno. Verá que el aprendizaje asociativo es fundamental en los tres procesos básicos de aprendizaje que se tratan en este módulo; el condicionamiento clásico tiende a implicar procesos inconscientes, el condicionamiento operante tiende a implicar procesos conscientes, y el aprendizaje observacional añade capas sociales y cognitivas a todos los procesos asociativos básicos, tanto conscientes como inconscientes. Estos procesos de aprendizaje se discutirán en detalle más adelante, pero es útil tener una breve visión general de cada uno al comenzar a explorar cómo se entiende el aprendizaje desde una perspectiva psicológica.
En el condicionamiento clásico, también conocido como condicionamiento pavloviano, los organismos aprenden a asociar eventos -o estímulos- que ocurren repetidamente juntos. Experimentamos este proceso a lo largo de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, podemos ver un relámpago en el cielo durante una tormenta y luego escuchar un fuerte trueno. El sonido del trueno le hace saltar de forma natural (los ruidos fuertes tienen ese efecto por reflejo). Como los relámpagos predicen de forma fiable el inminente estallido de los truenos, es posible que asocie ambos fenómenos y salte cuando vea un relámpago. Los investigadores psicológicos estudian este proceso asociativo centrándose en lo que se puede ver y medir: los comportamientos. Los investigadores se preguntan si un estímulo desencadena un reflejo, ¿podemos entrenar un estímulo diferente para que desencadene ese mismo reflejo? En el condicionamiento operante, los organismos aprenden, de nuevo, a asociar sucesos: un comportamiento y su consecuencia (refuerzo o castigo). Una consecuencia agradable fomenta ese comportamiento en el futuro, mientras que un castigo lo disuade. Imagine que está enseñando a su perro, Hodor, a sentarse. Le dices a Hodor que se siente y le das un premio cuando lo hace. Tras repetidas experiencias, Hodor empieza a asociar el acto de sentarse con la recepción de un premio. Aprende que la consecuencia de sentarse es que recibe una galleta para perros (Figura 1). A la inversa, si el perro es castigado cuando muestra un comportamiento, se condiciona a evitar ese comportamiento (por ejemplo recibir una pequeña descarga al cruzar el límite de una valla eléctrica invisible).