Investigación

A medida que la tecnología mejora, también lo hace nuestra capacidad para crear agentes artificiales parecidos a la vida, como los robots y los gráficos por ordenador, pero esto puede ser un arma de doble filo.

«Asemejarse a la forma o el comportamiento humanos puede ser tanto una ventaja como un inconveniente», explica la profesora Astrid Rosenthal-von der Pütten, de la Cátedra de Individuo y Tecnología de la Universidad RWTH de Aquisgrán. «La simpatía de un agente artificial aumenta cuanto más se asemeja a los humanos, pero sólo hasta cierto punto: a veces parece que a la gente no le gusta cuando el robot o la infografía se asemeja demasiado a los humanos.»

Este fenómeno fue descrito por primera vez en 1978 por el profesor de robótica Masahiro Mori, que acuñó una expresión en japonés que pasó a traducirse como el ‘Uncanny Valley’.

Ahora, en una serie de experimentos publicados en el Journal of Neuroscience, neurocientíficos y psicólogos del Reino Unido y Alemania han identificado mecanismos cerebrales que, según dicen, ayudan a explicar cómo se produce este fenómeno, e incluso pueden sugerir formas de ayudar a los desarrolladores a mejorar la respuesta de las personas.

«Para un neurocientífico, el ‘Uncanny Valley’ es un fenómeno interesante», explica el Dr. Fabian Grabenhorst, miembro de Sir Henry Dale y profesor del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de la Universidad de Cambridge. «Implica un mecanismo neuronal que primero juzga lo cerca que está una entrada sensorial dada, como la imagen de un robot, de la frontera de lo que percibimos como un agente humano o no humano. A continuación, esta información sería utilizada por un sistema de valoración independiente para determinar la simpatía del agente».

Para investigar estos mecanismos, los investigadores estudiaron los patrones cerebrales de 21 individuos sanos durante dos pruebas diferentes utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), que miden los cambios en el flujo sanguíneo dentro del cerebro como un indicador de lo activas que están las diferentes regiones.

En la primera prueba, se mostró a los participantes una serie de imágenes que incluían humanos, humanos artificiales, robots androides, robots humanoides y robots mecanoides, y se les pidió que los calificaran en términos de simpatía y semejanza con los humanos.

Después, en una segunda prueba, se pidió a los participantes que decidieran en cuál de estos agentes confiarían para seleccionar un regalo personal para ellos, un regalo que le gustaría a un humano. En este caso, los investigadores descubrieron que los participantes solían preferir los regalos de los humanos o de los agentes artificiales más parecidos a los humanos, excepto los que estaban más cerca de la frontera entre los humanos y los no humanos, en consonancia con el fenómeno del Valle Asombroso.

Al medir la actividad cerebral durante estas tareas, los investigadores pudieron identificar qué regiones del cerebro estaban implicadas en la creación de la sensación del Valle Asombroso. Los investigadores lo han rastreado hasta los circuitos cerebrales que son importantes para procesar y evaluar las señales sociales, como las expresiones faciales.

Algunas de las áreas cerebrales cercanas a la corteza visual, que descifra las imágenes visuales, rastreaban el grado de similitud de las imágenes con los humanos, cambiando su actividad cuanto más parecido a los humanos se volvía un agente artificial – en cierto sentido, creando un espectro de «parecido a los humanos».

A lo largo de la línea media del lóbulo frontal, donde se unen los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho, hay una pared de tejido neuronal conocida como corteza prefrontal medial. En estudios anteriores, los investigadores han demostrado que esta región del cerebro contiene un sistema de valoración genérico que juzga todo tipo de estímulos; por ejemplo, demostraron previamente que esta área cerebral señala el valor de recompensa de los batidos agradables con alto contenido de grasa y también de los estímulos sociales como el tacto agradable.

En el presente estudio, dos partes distintas de la corteza prefrontal medial fueron importantes para el Uncanny Valley. Una parte convertía la señal de semejanza humana en una señal de «detección humana», con una actividad en esta región que enfatizaba en exceso el límite entre los estímulos humanos y no humanos, reaccionando con mayor intensidad a los agentes humanos y mucho menos a los agentes artificiales.

La segunda parte, el córtex prefrontal ventromedial (VMPFC), integraba esta señal con una evaluación de simpatía para producir un patrón de actividad distinto que coincidía estrechamente con la respuesta del Uncanny Valley.

«Nos sorprendió ver que el córtex prefrontal ventromedial respondía a los agentes artificiales precisamente de la manera predicha por la hipótesis del Uncanny Valley, con respuestas más fuertes a los agentes más parecidos a los humanos, pero mostrando luego un descenso de la actividad cerca del límite entre lo humano y lo no humano, el característico ‘valle'», dice el Dr. Grabenhorst.

Las mismas áreas cerebrales estaban activas cuando los participantes tomaban decisiones sobre si aceptar un regalo de un robot, señalando las evaluaciones que guiaban las elecciones de los participantes. Otra región -la amígdala, responsable de las respuestas emocionales- estaba especialmente activa cuando los participantes rechazaban los regalos de los agentes artificiales de aspecto humano, pero no humanos. La «señal de rechazo» de la amígdala era más fuerte en los participantes que eran más propensos a rechazar los regalos de los agentes artificiales.

Los resultados podrían tener implicaciones para el diseño de agentes artificiales más agradables. El Dr. Grabenhorst explica: «Sabemos que las señales de valoración en estas regiones del cerebro pueden modificarse a través de la experiencia social. Así, si uno experimenta que un agente artificial toma las decisiones correctas para él -como elegir el mejor regalo-, su corteza prefrontal ventromedial podría responder más favorablemente a este nuevo compañero social».

«Este es el primer estudio que muestra diferencias individuales en la fuerza del efecto Uncanny Valley, lo que significa que algunos individuos reaccionan de forma exagerada y otros de forma menos sensible a los agentes artificiales similares a los humanos», afirma el profesor Rosenthal-von der Pütten. «Esto significa que no hay un diseño de robot que se adapte -o asuste- a todos los usuarios. En mi opinión, el comportamiento inteligente de los robots es de gran importancia, porque los usuarios abandonarán los robots que no demuestren ser inteligentes y útiles.»

La investigación fue financiada por Wellcome y la Fundación Alemana de Becas Académicas.