La conexión dolor-ansiedad-depresión
Todo el mundo experimenta dolor en algún momento, pero para quienes padecen depresión o ansiedad, el dolor puede llegar a ser especialmente intenso y difícil de tratar. Las personas que sufren depresión, por ejemplo, tienden a experimentar un dolor más intenso y duradero que otras personas.
La superposición de la ansiedad, la depresión y el dolor es particularmente evidente en los síndromes de dolor crónico y a veces incapacitante, como la fibromialgia, el síndrome del intestino irritable, el dolor lumbar, las cefaleas y el dolor nervioso. Los trastornos psiquiátricos no sólo contribuyen a la intensidad del dolor, sino también a un mayor riesgo de discapacidad.
Los investigadores pensaron en su día que la relación entre el dolor, la ansiedad y la depresión se debía principalmente a factores psicológicos y no biológicos. El dolor crónico es deprimente y, del mismo modo, la depresión mayor puede parecer físicamente dolorosa. Pero a medida que los investigadores han ido conociendo mejor el funcionamiento del cerebro y la interacción del sistema nervioso con otras partes del cuerpo, han descubierto que el dolor comparte algunos mecanismos biológicos con la ansiedad y la depresión.
El tratamiento es un reto cuando el dolor se solapa con la ansiedad o la depresión. Centrarse en el dolor puede enmascarar la conciencia tanto del clínico como del paciente de que también está presente un trastorno psiquiátrico. Incluso cuando ambos tipos de problemas se diagnostican correctamente, pueden ser difíciles de tratar.
Opciones de tratamiento cuando el dolor y la ansiedad o la depresión se entrecruzan
En pacientes con depresión o ansiedad, se pueden utilizar diversas psicoterapias por sí solas para tratar el dolor o pueden combinarse con el tratamiento farmacológico.
Terapia cognitivo-conductual. El dolor es desmoralizador además de hiriente. La terapia cognitivo-conductual (TCC) no sólo es un tratamiento establecido para la ansiedad y la depresión, sino que también es la psicoterapia mejor estudiada para tratar el dolor. La TCC se basa en la premisa de que los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones están relacionados. Los terapeutas utilizan la TCC para ayudar a los pacientes a aprender habilidades de afrontamiento para que puedan manejar, en lugar de ser víctimas, su dolor.
Entrenamiento de relajación. Diversas técnicas pueden ayudar a las personas a relajarse y a reducir la respuesta al estrés. El estrés tiende a exacerbar el dolor, así como los síntomas de ansiedad y depresión. Las técnicas incluyen la relajación muscular progresiva, el yoga y el entrenamiento de la atención plena.
Hipnosis. Durante esta terapia, un clínico ayuda al paciente a alcanzar un estado de trance y luego le proporciona sugerencias positivas, por ejemplo, que el dolor mejorará. Algunos pacientes también pueden aprender la autohipnosis. Un estudio demostró que el entrenamiento en hipnosis redujo tanto el malestar gastrointestinal como los niveles de depresión y ansiedad en el 71% de los estudiados.
Ejercicio. Hay una gran cantidad de investigaciones que indican que la actividad física regular mejora el estado de ánimo y alivia la ansiedad, pero hay menos pruebas sobre su impacto en el dolor.
La Colaboración Cochrane revisó 34 estudios que compararon las intervenciones de ejercicio con varias condiciones de control en el tratamiento de la fibromialgia. Los revisores concluyeron que el ejercicio aeróbico, realizado a la intensidad recomendada para mantener la aptitud cardíaca y respiratoria, mejoró el bienestar general y la función física en pacientes con fibromialgia, y podría aliviar el dolor. Pruebas más limitadas sugieren que los ejercicios diseñados para aumentar la fuerza muscular, como el levantamiento de pesas, también podrían mejorar el dolor, el funcionamiento general y el estado de ánimo.
Los pacientes con ansiedad o depresión a veces encuentran que la combinación de psicoterapia con medicación ofrece el alivio más completo. Un ensayo controlado aleatorio, el estudio Stepped Care for Affective Disorders and Musculoskeletal Pain (SCAMP), sugiere que un enfoque combinado también podría funcionar para las personas que sufren dolor además de un trastorno psiquiátrico.
Medicamentos de doble uso
Algunos medicamentos psiquiátricos también funcionan como analgésicos, abordando así dos problemas a la vez. Sólo hay que recordar que las compañías farmacéuticas tienen un interés financiero en promover el mayor número posible de usos para sus productos – por lo que es prudente comprobar que existe evidencia para apoyar cualquier uso «fuera de etiqueta» (no aprobado por la FDA) de los medicamentos.
Los pacientes pueden preferir tomar un medicamento para el trastorno psiquiátrico y otro para el dolor. En este caso, es importante evitar las interacciones farmacológicas que pueden aumentar los efectos secundarios o reducir la eficacia de cualquiera de los dos medicamentos. Hable con su médico si está tomando varios medicamentos.
Antidepresivos. Hay una variedad de antidepresivos que se recetan tanto para la ansiedad como para la depresión. Algunos de ellos también ayudan a aliviar el dolor nervioso. La investigación apoya con más fuerza el uso de los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN) o los antidepresivos tricíclicos (ATC) como fármacos de doble función que pueden tratar tanto los trastornos psiquiátricos como el dolor. Los resultados son más contradictorios en cuanto a la capacidad de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) para aliviar el dolor.
Todos los fármacos pueden provocar efectos no deseados. Los ISRS, por ejemplo, pueden aumentar el riesgo de hemorragia gastrointestinal. Los ATC pueden causar mareos, estreñimiento, visión borrosa y problemas para orinar. Su efecto secundario más grave es un ritmo cardíaco peligrosamente anormal, por lo que estos fármacos pueden no ser apropiados para personas con enfermedades cardíacas.
Estabilizadores del estado de ánimo. Los anticonvulsivos también se utilizan a veces para estabilizar el estado de ánimo. Estos medicamentos ejercen sus efectos limitando la actividad eléctrica aberrante y la hiperreactividad del cerebro, lo que contribuye a las convulsiones. Dado que el dolor crónico, en particular, implica una hipersensibilidad nerviosa, algunos de estos medicamentos pueden proporcionar alivio.
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