Médico brujo

El Diccionario de Inglés de Oxford afirma que el primer registro del uso de este término fue en 1718, en la obra de Francis Hutchinson An Historical Essay concerning Witchcraft, with Observations upon Matters of Fact; Tending to Clear the Texts of the Sacred Scriptures, and Confute the Vulgar Errors about that Point. Hutchinson utilizó la frase en un capítulo en el que defendía a un prisionero acusado de brujería, afirmando que el propio «médico brujo» era el que utilizaba la brujería:

La mencionada Dorothy Durent, habiendo estado con un brujo, reconoce bajo juramento, que por su consejo colgó la manta de su hijo en la chimenea, encontró un sapo en ella por la noche, lo había puesto en el fuego, y lo mantuvo allí aunque hizo un gran y horrible ruido, y destelló como una pistola, y se apagó como una pistola, y luego se volvió invisible, y que por esto la prisionera se chamuscó y se quemó lamentablemente.

El libro de Charles Mackay, Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds, publicado por primera vez en 1841, atestigua la práctica de la creencia en los médicos brujos en la Inglaterra de la época.

En el norte de Inglaterra, la superstición perdura hasta un punto casi inconcebible. En Lancashire abundan los brujos, un conjunto de charlatanes, que pretenden curar enfermedades infligidas por el diablo. Las prácticas de estos dignatarios pueden ser juzgadas por el siguiente caso, reportado en el «Hertford Reformer», del 23 de junio de 1838. El brujo al que se alude es más conocido por el nombre de hombre astuto, y tiene una gran práctica en los condados de Lincoln y Nottingham. Según el escritor de «The Reformer», el incauto, cuyo nombre no se menciona, llevaba unos dos años aquejado de un doloroso absceso y había sido recetado sin alivio por más de un caballero médico. Algunos de sus amigos, no sólo de su pueblo sino de los vecinos, le instaron a consultar al brujo, pues estaban convencidos de que estaba bajo alguna influencia maligna. Aceptó y envió a su esposa al astuto hombre, que vivía en New Saint Swithin’s, en Lincoln. Este ignorante impostor le informó de que el trastorno de su marido era una imposición del diablo, ocasionada por sus vecinos de al lado, que habían hecho uso de ciertos amuletos con ese fin. Por la descripción que dio del proceso, parece ser el mismo que el empleado por el Dr. Fian y Gellie Duncan para hacer sufrir al rey James. Afirmó que los vecinos, instigados por una bruja, a la que señaló, tomaron un poco de cera, y la moldearon ante el fuego en la forma de su marido, tan cerca como pudieron representarlo; luego perforaron la imagen con alfileres en todos los lados – repitieron el Padre Nuestro al revés, y ofrecieron oraciones al diablo para que fijara sus aguijones en la persona que esa figura representaba, de la misma manera que la perforaron con alfileres. Para contrarrestar los efectos de este proceso diabólico, el brujo prescribía una determinada medicina, y un amuleto que debía llevarse junto al cuerpo, en la parte donde radicaba principalmente la enfermedad. El paciente debía repetir los salmos 109 y 119 cada día, o la cura no sería efectiva. La tarifa que reclamaba por este consejo era de una guinea.

Una ceremonia de curación celebrada en Worcester, Inglaterra, el 26 de octubre de 2017, es un raro ejemplo moderno de esta práctica en Europa. Una bendición fluvial sagrada fue llevada a cabo por un brujo itinerante en el río Severn tras los rumores de un riesgo de cólera. Se decía que el Vibrio cholerae non-O1/non-O139 estaba presente en el río debido a los salmones migratorios que habían consumido zooplancton de crustáceos portadores de la bacteria.