Misterio médico: El caso del ojo negro por la mañana

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Ilustración de Chris Gash

Caroline Kalchthaler se despertó una mañana con un ojo negro, como si le hubieran dado un puñetazo o se hubiera caído de la cama y se hubiera golpeado la cara. Pero no había ocurrido tal cosa. Se lo cubrió tiernamente con maquillaje, y el hematoma remitió.

Pero entonces el ojo morado se repitió una y otra vez. Kalchthaler se dio cuenta de que su cara estaba caída, pero sólo en el lado del ojo morado. «Me despertaba y mi cara estaba hinchada, y parecía que había estado llorando o que había tenido un derrame cerebral durante la noche», dice Kalchthaler, de 37 años, que es coordinadora de relaciones con los proveedores de una red de asistencia sanitaria en Greenville, Carolina del Sur.

Kalchthaler acudió a un médico de familia, a un cirujano oral y a un otorrinolaringólogo, y probó a tomar esteroides para los senos nasales inflamados. Acudió a un dentista para que le revisara las muelas del juicio. Pero la inflamación continuó de forma intermitente durante un año.

En aquel momento, Kalchthaler trabajaba en una consulta de radiología como directora de marketing. Uno de los radiólogos le exploró el cuello y vio unos nódulos linfáticos irregulares y un bulto. Kalchthaler temía tener cáncer. Un otorrinolaringólogo de Carolina del Sur le hizo una biopsia y, aunque salió benigna, el quiste empezó a crecer hasta ser más pequeño que una pelota de ping-pong. El ojo negro de Kalchthaler empezó a aparecer a diario.

Kalchthaler y su marido viajaron desde su casa en Seneca, Carolina del Sur, hasta Emory para saber definitivamente de qué se trataba, y para que se lo extirparan.

Diagnóstico: quiste de hendidura branquial. El Dr. Thomas Jarrett, internista de los Servicios de Diagnóstico Especial de Emory, examinó a Kalchthaler y organizó pruebas adicionales para asegurarse de que no había ningún otro problema subyacente. Este quiste es un defecto de nacimiento que suele darse en los niños, pero a veces no se descubre hasta la edad adulta. Se produce cuando los tejidos del cuello se forman incorrectamente durante las primeras etapas del desarrollo. In Kalchthaler’s case, the cyst began pressing on facial nerves, especially when she slept. Dr. Mihir Patel, a head and neck surgeon at Emory, removed the cyst about a month after her initial visit at the diagnostic clinic. Her black eyes are gone.

This mystery was solved by Emory Clinic’s Special Diagnostic Services. For more about the clinic, check out our story, Doctor Detective.

This article appears in our July 2018 issue.

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