Montes Apalaches

Los Apalaches se levantaron originalmente cuando se estaba formando el supercontinente Pangea. El choque de las placas tectónicas europea y africana con la placa norteamericana provocó el levantamiento de enormes montañas. En su apogeo, probablemente eran más altas que los Alpes o las Rocosas actuales, y posiblemente rivalizaban con el Himalaya moderno. La erosión durante la Era de los Dinosaurios desgastó los Apalaches hasta convertirlos en una llanura casi plana, pero el posterior levantamiento permitió que los ríos abrieran valles en la antigua roca, formando los picos y valles modernos que caracterizan la región.

Las montañas sirvieron de barrera para la migración occidental cuando los europeos comenzaron a colonizar el continente. Salvo a lo largo de los valles fluviales y de los Grandes Lagos, hubo muy pocos asentamientos blancos al oeste de los Apalaches hasta principios del siglo XVIII. El Canal de Erie se excavó, en parte, para permitir que las mercancías y los viajeros fluyeran más libremente a través de la divisoria, y pronto se tenderían ferrocarriles a través de túneles y puentes para abrir aún más el oeste.

Luego están los que se asentaron en las montañas. En el Sur, los habitantes de las montañas desarrollaron una subcultura conocida como Apalachia, o (burlonamente) «hillbilly». Más al norte, en Virginia Occidental y Pensilvania, los yacimientos de carbón de antracita dieron lugar a una fuerte tradición de minería del carbón en las colinas. En Quebec, todas las regiones son, en cierta medida, una prolongación de los Apalaches, pero el carácter «montañoso» se ve interrumpido por el amplio valle del río San Lorenzo que las atraviesa. Al sur del río, en la región de Gaspé, y al norte, en las Laurentinas, el carácter montañoso se revela de nuevo. Asimismo, todo el Canadá atlántico es, en cierta medida, una prolongación de los Apalaches hacia el norte, sobre todo las Tierras Altas del Cabo Bretón y el interior montañoso de la Gran Península del Norte de Terranova.

LeerEditar

El libro de Bill Bryson A Walk in the Woods (Un paseo por el bosque), publicado en 1999, ofrece una mirada entretenida al intento del autor de recorrer el Sendero de los Apalaches.