Muerte de Lumumba en la RDC: ‘Los belgas no fueron los únicos malos’, dice su hija Juliana
Un diente. Un tribunal belga ha anunciado que devolverá precisamente eso a la familia de Patrice Lumumba. El diente en cuestión, que había estado sellado antes de la sentencia porque era una prueba en una investigación abierta por Bélgica sobre la muerte de Lumumba, es el único resto conocido del líder que hasta hoy es considerado el héroe de la independencia del país.
Lumba, el efímero primer ministro de la República Democrática del Congo, que acababa de obtener su independencia en 1960, conocido por su famoso discurso del día de la independencia, fue derrocado y arrestado pocos meses después.
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El 17 de enero de 1961, en la provincia de Katanga, brevemente secesionista, de Moïse Tshombe, Lumumba fue torturado bajo la supervisión de oficiales belgas antes de ser ejecutado en circunstancias que, 60 años después, aún no han salido a la luz.
Su cuerpo nunca fue encontrado, y por una buena razón. En un documental televisivo del año 2000, el comisario de policía belga Gérard Soete relató cómo había desmembrado el cuerpo del ex primer ministro y luego disolvió los restos en ácido. Con las pruebas en la mano, dijo que se había quedado con un diente perteneciente a Lumumba, una reliquia incautada posteriormente en 2016 en el marco de una investigación abierta en 2012 por el fiscal federal de Bélgica después de que varios hijos del fallecido primer ministro presentaran una denuncia.
Aunque alaba la sentencia del tribunal como una «victoria», la hija de Lumumba, Juliana Lumumba, destaca sobre todo su significado simbólico y reitera que persisten muchas incógnitas en torno al asesinato del héroe de la independencia del Congo.
¿Cómo reaccionó cuando supo que un tribunal belga había dictaminado devolver a su familia la reliquia incautada en 2016 en la casa de Soete?
Juliana Lumumba: Es una gran victoria y una verdadera satisfacción saber que, 60 años después, los restos de mi padre serán devueltos a su país de origen, que por fin podremos darle una sepultura adecuada en la tierra de sus antepasados y que, nosotros, el pueblo congoleño, podremos presentarle nuestros respetos. Es un alivio después de una larga lucha.
En las últimas semanas, envié una carta al rey Felipe de Bélgica . También hicimos un vídeo. Además, escribí al presidente Félix Tshisekedi y me reuní con el encargado de negocios de Bélgica en la RDC, que quería saber más sobre mi iniciativa.
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Es un gesto necesario para ayudarnos a superar esta historia compartida, y ciertamente dramática. Ya no estamos en 1960 y hay un deseo real de que las relaciones entre ambos países mejoren. Es un paso positivo en esa dirección.
Persisten muchas incógnitas en torno a las circunstancias de la muerte de su padre. Un tribunal belga abrió una investigación en 2012 después de que su familia presentara una denuncia. La indagación aún no ha concluido, pero ¿sabe si ha habido algún avance significativo?
No puedo decir exactamente si ha habido algún avance real. Por ambas partes, la justicia nunca ha sido muy rápida.
Sin embargo, hoy hay un nuevo impulso para avanzar en la investigación. Cuando el fiscal federal de Bélgica dice que el proceso judicial está en marcha y que está dispuesto a seguir con la investigación, es una señal positiva. Otra buena señal es su afirmación de que está dispuesto a solicitar la supresión de la restricción a puerta cerrada aplicable a una parte de los trabajos de la comisión parlamentaria encargada de llegar al fondo de este caso. Sus conclusiones se hicieron públicas en 2002.
¿Le preocupa que algún día tenga que abandonar la idea de averiguar quién fue exactamente el responsable del asesinato?
Descubrir finalmente la verdad de lo ocurrido es un derecho legítimo. También es un deber colectivo. En esta historia, los belgas no fueron los únicos malos. Algunos actores congoleños también fueron cómplices del asesinato de Lumumba. Tenemos derecho a saber qué pasó realmente.
Hay una demanda de verdad y justicia, pero actualmente no hay nadie a quien acusar. Oficialmente, nadie es culpable y eso no es aceptable. Llevamos años esperando que las autoridades arrojen luz sobre las circunstancias -que sabemos que fueron aberrantes- en las que Lumumba fue asesinado.
Lo que sabemos es lo que oímos decir a un policía delante de una cámara en un documental. No fue confidencial. Se imaginan lo que se siente al escuchar este tipo de relato? En esta situación, la devolución de sus restos, que hemos exigido, puede ayudar a aliviar unas heridas que llevan abiertas desde hace 60 años.
¿Cómo se llevará a cabo la repatriación en la práctica?
Mi padre fue el primer primer ministro de este país. Fue asesinado. Es un héroe nacional y el 17 de enero, día en que fue asesinado, es festivo. Bélgica ha inaugurado recientemente la plaza Patrice Lumumba en Bruselas y ha dado su nombre a una calle, la calle Lumumba, en Charleroi.
Nuestro padre es una figura nacional e internacional que todavía no nos pertenece. Por ello, se están manteniendo conversaciones con las autoridades congoleñas y belgas para ver en qué condiciones podemos organizar una devolución adecuada y sencilla de sus restos.
El 30 de junio, el rey Felipe de Bélgica expresó su «más profundo pesar» por el pasado colonial de su país en el Congo. Puede la devolución de los restos de su padre ayudar a una mayor reflexión sobre el pasado?
Como ocurre con todas las ex colonias, hay muchas disputas con las antiguas potencias coloniales y su legado no desaparece de un día para otro. Sigue habiendo rabia, páginas sin pasar y cosas sin decir.
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¿Cómo puede un país esperar tener una relación sana con un país que lo dominaba? Tiene que haber un diálogo permanente. Por eso es aún más importante que se diga la verdad. Así, el pasado puede influir en el presente de ambos países.