Peleas de niños: niños y hermanos

Peleas de niños: lo básico

Los desacuerdos entre los niños son muy comunes – son parte del aprendizaje de cómo llevarse bien. Las peleas se producen cuando un desacuerdo se vuelve agresivo, por ejemplo, cuando implica gritos o golpes. Los niños todavía están aprendiendo a controlar sus emociones, así que esto no es inusual.

Las peleas de los niños suelen empezar cuando ven una situación como injusta, están tratando de hacer valer lo que creen que son sus derechos, sienten que los demás no ven su perspectiva o ven la misma situación de diferentes maneras. Por ejemplo, un niño mayor puede ver como una broma el hecho de burlarse de un niño menor, pero al menor puede no gustarle.

Y en el caso de los hermanos, las peleas pueden ocurrir cuando compiten entre sí por la atención o la aprobación de sus padres. Cuanto más cercanos son los hermanos en edad, más tienden a pelearse.

Desacuerdos, peleas y resolución de problemas: oportunidades para aprender

Los desacuerdos pueden ser una gran oportunidad para que tus hijos practiquen las habilidades sociales que necesitarán cuando sean adultos. Cuando los desacuerdos desembocan en peleas, pueden ser una oportunidad para que los niños aprendan otras formas de resolver los conflictos, sobre todo si aprenden que peleando no consiguen lo que quieren.

Cuando los desacuerdos entre los niños se resuelven de forma justa y sin que nadie salga herido, los niños empiezan a desarrollar habilidades de resolución de problemas como la negociación. También aprenden la importancia de ver el punto de vista de otra persona y de respetar los derechos, los sentimientos y las pertenencias de los demás.

Habrá menos peleas a medida que sus hijos crezcan y desarrollen mejores habilidades sociales.

Si tiene que manejar una pelea, es importante detener las cosas antes de que alguien salga herido. Deja que todos se calmen antes de hablar de soluciones o consecuencias.

Cómo influye el temperamento en las peleas de los niños

Los niños nacen con sus propios temperamentos, es decir, con su forma de reaccionar ante el mundo y de comportarse. Por ejemplo, pueden ser flexibles o persistentes, sociables o tímidos. El temperamento de los niños hace que sea más o menos probable que negocien, discutan o eviten los conflictos.

El temperamento también puede ser la razón por la que algunas personas se enfadan más rápido que otras, o son menos capaces de controlar los sentimientos de ira. No siempre es fácil para los adultos resolver un conflicto sin recurrir a un mal comportamiento; imagínese cuánto más difícil es para los niños.

Los niños no nacen sabiendo cómo manejar los desacuerdos. Pero todos los niños pueden aprender a comportarse de forma que sea menos probable que se produzcan peleas. Por ejemplo, las reglas justas, las rutinas y los elogios guían a sus hijos hacia mejores formas de resolver los conflictos.

Cómo afecta el entorno a las peleas de los niños

Los niños aprenden a resolver las diferencias observando y copiando el comportamiento que ven en su entorno.

Así que si los niños le ven resolver sus diferencias de forma positiva, aprenderán a comportarse de esta manera también. Esto se llama modelar el buen comportamiento. Puedes modelar comportamientos como:

  • discutir tranquilamente los compromisos cuando no estás de acuerdo con alguien
  • mantener la calma cuando estás enfadado
  • comprobar los hechos antes de actuar
  • reaccionar de forma adecuada a la situación
  • escuchar los puntos de vista de los demás.
    • Los niños también aprenden del comportamiento negativo. Si los padres disciplinan a los niños dándoles una bofetada, es más probable que los niños den una bofetada a sus hermanos, a sus amigos o incluso a sus padres. También es más probable que opten por las peleas si:

      • ven constantemente a personas que se muestran agresivas entre sí, sobre todo sus padres, hermanos mayores y amigos
      • consiguen lo que quieren a base de empujones o peleas
      • sus padres no ponen límites consistentes a las peleas o a la agresividad
      • ven mucha violencia en la televisión, en el cine y en los videojuegos, sobre todo si su temperamento les hace más difícil controlar la ira.
        • Los niños aprenden estas lecciones desde muy pequeños. Pero puede que no empiecen a cooperar y compartir antes de los dos años. Y puede que tengan tres años antes de ver que estas lecciones se ponen realmente en práctica.

          Cómo afectan la edad y las habilidades a las peleas de los niños

          La forma en que los niños manejan los conflictos viene determinada en parte por sus edades y niveles de habilidad. Por ejemplo, es habitual que los niños pequeños se comporten de forma agresiva. Esto suele cambiar a medida que crecen y aprenden mejores formas de resolver los conflictos.

          Los niños de entre 3 y 4 años están:

          • empezando a cooperar, a compartir y a respetar los turnos -todo lo cual acabará provocando menos peleas
          • aún están aprendiendo a gestionar sus sentimientos -así que, por ejemplo, pueden frustrarse mucho si les quitan algo que quieren
          • es probable que necesiten apoyo, recordatorios y retroalimentación positiva
          • todavía pueden expresar su frustración de forma física, como peleando.
            • Los niños de 5 a 7 años son:

              • continúan mejorando habilidades como compartir, tomar turnos, comprometerse y hablar de las opciones
              • mucho mejor para resolver los problemas sin necesidad de que los adultos intervengan, aunque todavía necesitan estímulo.
                • Los niños de 8 a 12 años:

                  • tienden a ser menos físicos, pero tienen más desacuerdos verbales y peleas que los niños más pequeños
                  • se están volviendo mucho más sociales, y quieren llevarse bien con otros niños en grupo.
                    • Si le resulta difícil manejar la forma en que sus hijos se pelean, no está solo. Las peleas son un motivo común para que las familias busquen ayuda profesional. Puede ser útil hablar con un profesional como un pediatra o un psicólogo.