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Este cuarto número de Neuropsychopharmacology Reviews se centra en la cognición, la función por excelencia del cerebro. Podría decirse que la mayoría, si no todos, de los principales trastornos neuropsiquiátricos, como la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad, son de naturaleza cognitiva. Cada vez se sabe más que síntomas como los delirios y las alucinaciones, así como otros signos motivacionales y emocionales, pueden tener importantes elementos cognitivos. Estos surgen, por ejemplo, de factores asociativos y de aprendizaje aberrantes, de sistemas atribucionales deteriorados y de procesos de control deficientes que se reclutan para regular las salidas emocionales y las respuestas conductuales inapropiadas. En general, la cognición se refiere a aquellos procesos encubiertos, a veces misteriosos, que deben inferirse del comportamiento. Los procesos cognitivos incluyen productos aparentemente milagrosos de procesamiento modular para producir, por ejemplo, conocimiento representacional como el lenguaje, y mecanismos que intervienen entre el estímulo y la respuesta, a menudo de forma «descendente» o «ejecutiva» para mediar y resolver la competencia entre lo que a menudo son sistemas neurocognitivos autónomos. En la actualidad se reconoce que los déficits en procesos cognitivos como la memoria de trabajo son factores importantes por derecho propio que determinan la probabilidad de rehabilitación en trastornos como la esquizofrenia, lo que ha dado lugar a recientes iniciativas del Instituto Nacional de la Salud como el proyecto MATRICS sobre la medición y remediación de las funciones cognitivas con el fin de realizar ensayos clínicos (Green, 2007). Además, el estado de la genética psiquiátrica nos está ayudando a darnos cuenta de que la definición precisa del fenotipo, y la corolaria identificación de los endofenotipos cognitivos, es un objetivo vital en cualquier programa que busque comprender las bases genéticas de la psicopatología.

Los grandes avances en la neurociencia cognitiva en las últimas dos décadas, ayudados por las innovaciones tecnológicas en varias modalidades de imágenes cerebrales, así como el aumento de la sofisticación en la teoría computacional y la psicología cognitiva, han inspirado a los psicofarmacólogos y a los psiquiatras biológicos por igual a caracterizar las propiedades de los compuestos candidatos a modificar la cognición, beneficiosos o no. En este número especial, hemos tratado de captar parte de la emoción de esta floreciente área de investigación, y cómo puede inspirar futuros avances en el campo, con énfasis en las estrategias traslacionales.

Nos hemos centrado en los puntos calientes de debate actuales y en las áreas de crecimiento potencial encargando revisiones bien referenciadas (que a menudo implican colaboraciones novedosas) que se complementan entre sí o se destacan, como faros, para inspirar nuevos descubrimientos. Hemos optado por no volver a revisar áreas en las que recientes artículos autorizados han eliminado la necesidad (por ejemplo, el papel de los mecanismos noradrenérgicos (por ejemplo, Arnsten, 2009)).

El resultado es una colección de 16 revisiones sustanciales secuenciadas para resaltar sus interrelaciones más obvias. La serie comienza con una revisión de Coull et al que sintetiza de forma única las pruebas neuropsicofarmacológicas y de neuroimagen de los estudios en humanos y animales sobre la temporización, un proceso fundamental y sin embargo intangible que impregna y subyace a la mayoría de las funciones cognitivas. Kenemans y Kähkönen nos ayudan a apreciar el potencial de los métodos contemporáneos de la electrofisiología humana, incluida la magnetoencefalografía, que tienen la precisión y la resolución temporal necesarias para iluminar los procesos atencionales y de preparación de la respuesta y cómo son alterados por las drogas psicoactivas. Muchos de estos efectos surgen de las drogas que afectan a los sistemas monoaminérgicos, por lo que hemos cubierto los importantes avances que se derivan de los análisis de los sistemas monoaminérgicos y colinérgicos. Así, Hasslemo y Sarter revisan los avances en la comprensión del papel de los sistemas colinérgicos en los procesos atencionales y de memoria a nivel mecanístico. A continuación, varios artículos convergen en las implicaciones de los notables avances en la comprensión de las funciones y modos de las proyecciones centrales de la dopamina que pueden inspirar la resolución de cuestiones similares sobre el papel de los sistemas 5-HT. Los artículos de Boureau y Dayan, y de Cools et al ilustran las ventajas de combinar los nuevos enfoques de la neurociencia computacional y de la imagen para obtener perspectivas nuevas y complementarias sobre cuestiones tan clásicas como las funciones unitarias putativas y la oponibilidad de estos sistemas monoaminérgicos. Rogers muestra cómo tales análisis pueden informar nuestra comprensión de los procesos de toma de decisiones en los seres humanos y Frank y Fossella introducen una perspectiva farmacogenética, de nuevo con énfasis en los sistemas monoaminérgicos.

Las posibles aplicaciones clínicas de los avances en la comprensión de los circuitos cortico-límbicos bajo control neuromodulador se tratan a continuación en dos capítulos contrastados sobre la cognición en la depresión. Uno (de Elliott et al) cubre las implicaciones de los nuevos descubrimientos sobre los sistemas de recompensa y la regulación emocional y el otro (de Pizzagalli) identifica, a través del meta-análisis, un posible neuroendofenotipo para el tratamiento de la depresión basado en la hiperactividad de la corteza cingulada anterior rostral, que luego se interpreta en el contexto de otros elementos de este circuito y sus supuestas funciones cognitivas.

El siguiente artículo (de Volkow et al) proporciona quizás la mejor evidencia relacionada con la posible mejora cognitiva, principalmente a través de medicamentos estimulantes en el tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El gran interés por los fármacos potenciadores de la cognición, relevantes, por ejemplo, para los programas en la esquizofrenia, se revisa después desde la perspectiva de los estudios en animales sobre la memoria y la función ejecutiva (por Floresco y Jentsch) antes de que Hardt y Nadel ofrezcan una estimulante y oportuna actualización sobre los avances teóricos en la comprensión de los sistemas de memoria, especialmente para la memoria episódica.

La última década ha sido testigo de enormes avances en la revelación de cómo los procesos glutamatérgicos afectan a la plasticidad y el aprendizaje, y esto está representado aquí por un estudio de los fascinantes procesos que subyacen a la extinción, su susceptibilidad a la manipulación a través de los fármacos glutamatérgicos y las nuevas implicaciones para el tratamiento clínico de condiciones tales como la ansiedad y la adicción (por Myers et al). Corlett et al ilustran otra cara de la moneda de los receptores NMDA: el uso imaginativo del modelo de psicosis con ketamina en humanos para comprender las bases cognitivas y neuronales de los fenómenos delirantes. A continuación, Lesh et al revisan la caracterización de los déficits cognitivos en la esquizofrenia desde una posición teórica particular que enfatiza las alteraciones en los procesos de control cognitivo.

Esperamos el próximo número de Revisiones de Neuropsicofarmacología con sus temas clínicos y aplicados, revisando un elemento vital de los ensayos clínicos: las bases neurocognitivas del efecto placebo (por Benedetti et al).

Por último, pero no por ello menos importante, estas sustanciosas revisiones se ven resaltadas por un conjunto extraordinariamente estimulante de «temas candentes», que ayudan a rellenar las lagunas de nuestra inevitablemente incompleta cobertura (¡y definitivamente nos permiten decir que hemos considerado tanto la cognición «caliente» como la «fría»!).

Ha sido un privilegio editar este número especial y me gustaría rendir homenaje a los esfuerzos de los autores, los árbitros, así como a mis colegas coeditores Peter Kalivas, Gwenn Smith, Kathryn Cunningham y Diane Drexler.