¿Puede el rinoceronte blanco del norte volver al borde de la extinción?
Cuando Sudán, el último rinoceronte blanco del norte del mundo, murió en marzo en una reserva natural de Kenia, pareció señalar el fin de su especie. Pero puede que aún no haya terminado. Científicos de cuatro continentes están trabajando con óvulos de rinoceronte, cultivos celulares, tejidos, sangre y muestras de esperma congeladas para que nazca un rinoceronte blanco del norte vivo, y quizá incluso para repoblar toda la subespecie. Si lo consiguen, será la primera vez que un mamífero prácticamente extinto y sin machos vivos se recupera del abismo.
Una estrategia depende de las dos hembras conocidas de la subespecie: La hija de 29 años de Sudán y la nieta de 18 años. Dado que ninguna de ellas está lo suficientemente sana como para dar a luz a una cría, los científicos esperan extraer algunos de sus óvulos, combinar cada uno de ellos con esperma congelado previamente recogido e implantar el embrión resultante en otra hembra.
Lo más probable es que la madre de alquiler sea un rinoceronte blanco del sur, otra subespecie, que tiene un cuerno más largo, más pelo y unos 21.000 miembros que aún viven en el sur de África. Pero no es imposible que un caballo pueda servir de sustituto; los rinocerontes y los caballos pertenecen a la misma clase -Perisodáctilos, o ungulados de dedos impares- y tienen sistemas reproductivos similares.
En el San Diego Zoo Safari Park, que ostenta el récord mundial de rinocerontes nacidos en cautividad (176 hasta la fecha), los investigadores están estudiando la mejor manera de extraer óvulos viables de rinocerontes blancos del sur. El procedimiento consiste en guiar una sonda a través del recto del rinoceronte hasta un ovario y luego extraer los óvulos a través de un catéter. Como los ovarios de este animal de dos toneladas están a un metro de su grupa, el proceso es difícil en el mejor de los casos, dice Barbara Durrant, directora de ciencias reproductivas del zoo. Hasta ahora han conseguido reunir unos cuantos óvulos, pero tendrán que mejorar su tasa de éxito si esperan emplear el procedimiento en uno o ambos descendientes de Sudán.
Otro enfoque aprovecharía los recientes avances en la manipulación de un tipo de células madre llamadas células madre pluripotentes inducidas, que pueden generarse a partir de otras células adultas. Investigadores de San Diego, la República Checa, Austria, Italia y Japón están trabajando en la transformación de células de piel de rinoceronte blanco del norte en este tipo de células madre y luego en óvulos. (El óvulo de rinoceronte se combinaría con el esperma para formar un embrión, que se implantaría en una madre de alquiler.
Una posible ventaja del uso de células madre es la diversidad, dice Durrant. El zoológico de San Diego cuenta con 12 líneas celulares de rinoceronte blanco del norte, y trabajar con ellas a nivel genético puede proporcionar óvulos con una enorme variedad genética, una póliza de seguro contra la endogamia y los cuellos de botella genéticos en el futuro.
Algunos expertos especulan que la fecundación in vitro y la gestación subrogada podrían conducir a un nacimiento vivo dentro de diez años. Durrant es más cauteloso: «Dudo en dar un plazo porque simplemente no lo sabemos».
La tecnología es sólo una parte del rompecabezas, dice Dino Martins, investigador asociado del Smithsonian y director del Centro de Investigación Mpala en Kenia. Las actitudes también tienen que cambiar, porque las fuerzas que acabaron con el rinoceronte blanco del norte -guerra, pobreza, caza furtiva- siguen vigentes. «Necesitamos que los jóvenes de África oriental y central sientan que estos rinocerontes les pertenecen», dice Martins. «We’re only going to save what we care about.»
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This article is a selection from the June issue of Smithsonian magazine
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