‘Risky Business’: 35 años después, es muy extraño ver a Tom Cruise haciendo de perdedor

Una de las mejores cosas de Risky Business de 1983 es que el mundo aún no sabe realmente quién es Tom Cruise. Es guapo en plan chico de al lado, y tiene encanto y carisma. Pero Tom Cruise: Movie Star aún no ha llegado, y eso hace que Risky Business sea una experiencia fascinante de ver en 2018. Estamos tan acostumbrados a ver a Tom Cruise como un superhombre, incluso en sus papeles dramáticos en los que el impacto dramático es tan grande como su persona, que su giro como el adolescente Joel Goodson es un poco chocante. Es un tipo que no consigue que nadie haga lo que él quiere, y tiene que sufrir algunas duras lecciones porque no es un tipo duro. Maverick en Top Gun preparó el camino para el Tom Cruise que conocemos, pero Joel ofrece un vistazo al Cruise que podría haber sido.

Para los que no estén familiarizados con Risky Business, Joel Goodson es el prototipo de chico adolescente estadounidense de mediana edad (énfasis en lo de chico). Está obsesionado con el sexo y con entrar en una buena universidad. Sigue todas las reglas, pero también está motivado por su libido. Para Joel, es un chico que quiere convertirse en un hombre, y la manera de hacerlo es a través del sexo y el dinero (una buena universidad que sirva de escalón en el camino hacia el éxito financiero). Contrata a una prostituta, Lana (Rebecca De Mornay), y se acuesta con ella. Cuando no puede pagarle los 300 dólares por sus servicios, ella le roba un valioso huevo de cristal. Finalmente, las desventuras de Joel le llevan a dirigir un burdel en su casa y a enfrentarse a Guido (Joe Pantoliano), el chulo asesino de Lana.

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Imagen vía Warner Bros.

Risky Business es a la vez una gran y terrible fantasía del adolescente blanco, masculino y heterosexual estadounidense. Aunque algunos han citado Risky Business como una sátira, parece que el guionista y director Paul Brickman juega mucho más limpio que eso, sumergiéndose más en la fantasía y el cumplimiento de los deseos de su personaje principal. Es una película que se burla de Joel, pero nunca cuestiona sus deseos o valores. Cuando finalmente dirige un burdel en su casa, no se trata como una forma cuestionable o despreciable de beneficiarse de las mujeres que tienen sexo con adolescentes. Se trata como algo salvaje y divertido, y Joel aprende por fin a decir «qué coño», con la única consecuencia real de que Guido roba todas las cosas de Joel (que Guido vuelve a vender a Joel). Lo peor que le ocurre a Joel al final es que su madre se decepciona porque su huevo de cristal tiene una grieta. Aun así, Joel consigue ir a una universidad de la Ivy League y tiene sexo con una mujer preciosa. El sexo y el dinero ganan, y Joel es ahora un «hombre».

Donde la película consigue su humanidad es en Cruise, que nunca (intencionadamente o no) encuentra el machismo que haría a Joel repulsivo. Para Cruise, Joel es un niño que está constantemente fuera de juego. Cruise sólo tenía 21 años cuando se estrenó Risky Business, prácticamente un niño, pero con Joel siempre sabe interpretar al personaje en desventaja. Joel es alguien a quien se le aplasta una y otra vez, y la película no trata realmente de que aprenda a defenderse. Por un lado, esto hace que el viaje sea poco interesante, ya que Joel es más o menos la misma persona al principio de la película que al final, salvo que tiene algunas experiencias «geniales» en su haber. Pero no hay mucha luz entre el Joel que deja que su amigo se acerque y use su casa para tener sexo y el Joel que le está entregando dinero a Guido para poder comprar de nuevo las posesiones de su familia.

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Imagen vía Warner Bros.

Cuando digo que la mansedumbre de Joel contrasta enormemente con el resto de la carrera de Cruise, no quiero decir que no tenga alcance. Al contrario, Cruise ha demostrado una gran capacidad dramática en su carrera, y es algo a lo que me gustaría que volviera en lugar del temerario de acción que lleva interpretando desde 2010. Pero si se observa el panorama de la carrera de Cruise, suele interpretar personajes seguros y confiados. Esa confianza puede encubrir algún dolor oculto como en Magnolia o Minority Report, pero suele interpretar a un personaje que sabe lo que hace o aprenderá a hacer. Incluso cuando interpreta a un auténtico cobarde, como en Al filo del mañana, al final se convierte en un auténtico malote. Un personaje de Tom Cruise suele jugar desde una posición de fuerza.

En comparación, Joel nunca tiene ventaja. Desde el principio de la película hasta el final, todo el mundo le pasa por encima. Su amigo Miles (Curtis Armstrong) le da una gran cantinela sobre decir «qué coño» a la vida, y cuando Joel finalmente se arriesga, le sale el tiro por la culata. Incluso cuando Joel está en su momento más «poderoso» y dirige el burdel (que, de nuevo, no ha envejecido nada bien), está intentando desesperadamente conseguir dinero porque ha arruinado el Porsche de su padre. Joel se pasa toda una película sólo tratando de llegar a un punto de equilibrio, y sale adelante sobre todo por suerte y porque se acostó con el chico de admisiones de la universidad.

Quizás Tom Cruise nunca podría interpretar sistemáticamente al perdedor porque simplemente no está en su ADN. Es demasiado guapo, demasiado carismático y demasiado encantador. No se sigue siendo una estrella de la lista A durante más de treinta años por accidente, y aunque parte de ello se debe a la ética de trabajo de Cruise, también se debe a que la gente quiere verle interpretar cierto tipo de personajes. Tal vez, cuando Cruise deje de hacer sus locos trabajos de acrobacia y películas de acción, vuelva a interpretar a un personaje como Joel. La cuestión será si el público será capaz de comprarle de nuevo como un tipo que no puede tener un respiro.

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Matt Goldberg (14903 artículos publicados)

Matt Goldberg ha sido editor de Collider desde 2007. Como crítico de cine jefe del sitio, ha sido autor de cientos de críticas y ha cubierto los principales festivales de cine, como el Festival Internacional de Cine de Toronto y el Festival de Cine de Sundance. Vive en Atlanta con su mujer y su perro Jack.

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