Si las células de nuestra piel se reemplazan regularmente, ¿por qué las cicatrices y los tatuajes persisten indefinidamente?
La oficina de información pública de los Asociados de Dermatología de Atlanta ofrece esta breve respuesta:
«La respuesta es realmente muy sencilla. Las células de las capas superficiales o superiores de la piel, conocidas como epidermis, se reemplazan constantemente. Este proceso de renovación es básicamente una exfoliación (desprendimiento) de la epidermis. Sin embargo, las capas más profundas de la piel, denominadas dermis, no experimentan esta renovación celular y, por tanto, no se reemplazan. Así, los cuerpos extraños, como los tintes para tatuajes, implantados en la dermis permanecerán.»
James B. Bridenstine, del departamento de dermatología del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, añade:
«Nuestra piel está formada principalmente por la proteína colágeno, que es producida por unas células conocidas como fibroblastos. Cuando la piel (o cualquier otro tejido) sufre una herida, el proceso de cicatrización inicia la generación de nuevos fibroblastos para producir el colágeno de la cicatriz, que es diferente del colágeno de la piel normal. Aunque las células individuales de la piel mueren periódicamente y son sustituidas por otras nuevas, el colágeno de la cicatriz permanece. El único momento en que las heridas se curan sin producir cicatrices es durante la etapa fetal de la vida, cuando la piel produce colágeno fetal, una proteína que es diferente del colágeno adulto. Si pudiéramos encontrar una manera de activar la producción de colágeno fetal después del nacimiento, entonces podríamos, presumiblemente, realizar una cirugía sin cicatrices.
«Los tatuajes permanecen en la piel porque las partículas de tinta que producen la coloración son demasiado grandes para ser ingeridas por los glóbulos blancos que patrullan el cuerpo y transportan los cuerpos extraños fuera de la piel. Los nuevos láseres que eliminan los tatuajes funcionan porque la energía del láser pulveriza la tinta en partículas de polvo microfinas que son lo suficientemente pequeñas como para que los glóbulos blancos las absorban y las arrastren.