¿Tratar la cistitis sin receta médica?
La cistitis, esa inflamación de la vejiga urinaria que tan incómoda puede llegar a ser, es, al menos en su nivel más leve, relativamente común entre las mujeres, especialmente en las jóvenes. Concretamente, según publica hoy el British Medical Journal esta complicación afecta al 30% de las féminas sexualmente activas antes de cumplir los 26 años.
Aunque se trata de una inflamación que normalmente se resuelve fácilmente si se trata, y es raro que deje secuelas, lo cierto es que sí que tiene una gran incidencia. Tanto es así que esta complicación supone un 1% del total de las consultas de atención primaria en Reino Unido. Es por esto que el BMJ publica hoy una opinión personal en la que la que una médico de atención primaria, Kyle Knox, sostiene que las mujeres deberían poder conseguir el tratamiento contra la cistitis sin necesidad de prescripción médica.
«En una era en la que el acceso rápido a la información es una realidad, los pacientes tienen cada vez más autonomía y los servicios de atención primaria están sobrecargados, parecería una buena idea que las mujeres pudieran acceder a un tratamiento seguro y efectivo sin necesidad de pasar por los costes y los retrasos asociados a tener que conseguir una receta médica», sostiene la doctora Knox.
Para Jackie Calleja, ginecólogo del Hospital Quirón de Madrid, el hecho de que las mujeres no tuvieran que ir a la consulta para que el médico les recetase un antibiótico contra la cistitis, «es verdad que descargaría mucho al sistema, a nivel de atención primaria, consultas de ginecología y de urgencias».
Además, tal y como se explica en el artículo, las mujeres que ya han sufrido alguna vez cistitis, reconocen desde el principio los síntomas (escozor al orinar -incluso puede salir sangre-, orina turbia y necesidad frecuente de ir al baño), que suelen ser bastante molestos y desagradables. Es por esto que, sostiene Knox, no sería descabellado que la propia paciente pudiera comprar directamente el antibiótico que le ofrecería una mejoría ese mismo día, o al siguiente.
«Los test de embarazo o la píldora del día después están ya disponibles en las farmacias de Reino Unido , y los farmacéuticos son fundamentales a la hora de explicar su funcionamiento y sus riesgos. Son dos ejemplos de mejora en el acceso a pruebas y tratamientos que involucran decisiones importantes de salud de una forma segura y consistente», opina Knox.
Para Calleja, los farmacéuticos también podrían ser una forma de encontrar una solución a esta cuestión: «ellos están absolutamente capacitados para recomendar un antibiótico u otro y para manejar estos ciclos de tratamiento. Quizás, una forma de descargar el sistema y agilizar el proceso sería que la mujer se acercara a la farmacia, le cuente sus síntomas al farmacéutico, éste pueda recoger una muestra de su orina y, según los resultados, darle el tratamiento».
El problema de esto, además de las eventuales reticencias de los farmacéuticos, es que «Sanidad no quiere que haya barra libre de antibióticos, para evitar las resistencias bacterianas», cuenta Calleja. Esto es algo que se menciona también en el BMJ, reconociendo que las resistencias bacterianas han sido calificadas por el Reino Unido como un problema tan grande como el cambio climático, pero apuntan que, en el caso de la cistitis, podrían utilizarse antibióticos como la Nitrofunrantoína, que existen desde los años 50 y han generado pocas resistencias.
Está por ver si una publicación de tan alto impacto como el BMJ invitará a reflexionar a la comunidad médica y a los gestores sanitarios sobre un problema que sobrecarga mucho el sistema de salud y, al mismo tiempo, hace a las pacientes tener que esperar una receta mientras tienen unos síntomas que ya conocen y les hacen sentir mucho dolor.
Por el momento, la única opción disponible sigue pasando por dirigirse al médico de cabecera para que sea él quien prescriba un antibiótico cuyo tratamiento suele ser «de uno o dos días, o quizás, si las infecciones son más recurrentes, de cinco a siete», explica Calleja.