Una estrella de 'Million Dollar Listing' dice que aprendió una lección para toda la vida al hacerse millonario a los 26 años y perderlo todo en 6 meses
Josh Altman no es ajeno a las grandes fortunas.
La estrella del programa de Bravo «Million Dollar Listing Los Ángeles» y cofundador de la firma inmobiliaria The Altman Brothers ha vendido más de 1.500 millones de dólares en inmuebles, incluyendo la casa de un dormitorio más cara de la historia, que se vendió por más de 20 millones de dólares.
Hoy en día, este hombre de 37 años tiene un patrimonio neto estimado en 10 millones de dólares, pero su trayectoria no ha sido todo arco iris y unicornios.
Alcanzó por primera vez la marca de las siete cifras a los 26 años… y enseguida lo perdió todo a los 26 y medio, según cuenta a Farnoosh Torabi en un episodio de su podcast «So Money».
Irónicamente, fue una inversión inmobiliaria de gran éxito -él y su hermano pusieron 5.000 dólares cada uno para comprar una casa por 400.000 dólares (con una financiación del 100%) y acabaron dándole la vuelta y ganando 200.000 dólares- lo que precipitó la pérdida.
«Seguimos inscribiendo ese dinero en propiedades cada vez más grandes», explica a Torabi, propiedades que no necesariamente podían pagar.
Cuando la economía se derrumbó en 2007 y 2008, «acabé atrapado en una casa que no podía mover. Había perdido todo el dinero que íbamos inscribiendo en la siguiente y en la siguiente».
«Pensé que nunca podría volver a donde estaba», continúa. «Pero ahora, mirando hacia atrás, fue una de las mejores experiencias de aprendizaje que podría haber tenido. Aprendí que nunca voy a ser esa persona que compra cosas que no se puede permitir».
Gastar menos dinero del que se gana es un concepto sencillo, pero con el que mucha gente lucha: es una de las razones por las que muchos estadounidenses están peligrosamente endeudados con sus tarjetas de crédito y tienen poco o nada en sus cuentas de ahorro para la jubilación.
Altman aprendió las consecuencias de comprar más de lo que puede permitirse por las malas.
Ahora se paga a sí mismo primero: «En cuanto recibo un cheque, cojo la mitad y lo pongo en una cuenta separada que no puedo tocar. Esa es mi regla número 1. Ni siquiera pienso que tengo más dinero del que tengo porque ya está en una cuenta diferente que ni siquiera miro.»