Uso racional de los fármacos ansiolíticos/sedantes

Las benzodiacepinas son los fármacos ansiolíticos más eficaces, más seguros y más utilizados. Como clase de fármacos, hay pocas diferencias importantes entre los distintos derivados de las benzodiacepinas. Las principales características distintivas son las diferentes vidas medias plasmáticas y la presencia o ausencia de metabolitos farmacológicamente activos. Las vidas medias plasmáticas varían considerablemente, desde 2 a 3 horas hasta más de 100 horas. Todas las benzodiacepinas son igualmente eficaces en el tratamiento a corto plazo de la ansiedad y el insomnio, y su clasificación en «ansiolíticos» e «hipnóticos» no está justificada. Existen otras numerosas indicaciones para el uso de las benzodiacepinas, como el espasmo muscular en las afecciones osteoartríticas y la abstinencia aguda de alcohol, pero las benzodiacepinas no tienen efectos antidepresivos ni analgésicos. Si bien no existen buenas pruebas de su eficacia a largo plazo en el tratamiento de la ansiedad y el insomnio, las benzodiacepinas son más eficaces y seguras que sus principales predecesores, los barbitúricos. Algunas de las benzodiacepinas, sobre todo las que tienen una vida media plasmática larga y que se utilizan habitualmente como hipnóticos, tienen una duración de acción prolongada y provocan efectos de «resaca» muy marcados. El alcohol potencia los efectos de estos fármacos y, por lo tanto, también puede aumentar sus efectos secundarios. Efectos adversos como la sobresedación, el temblor, la ataxia y la confusión son mucho más frecuentes en los pacientes de edad avanzada. Desde que las benzodiacepinas se comercializaron por primera vez hace 20 años, su uso ha aumentado rápidamente, y actualmente se calcula que entre el 12 y el 16% de la población adulta de los países desarrollados utiliza tranquilizantes en algún momento del año. Sin embargo, es probable que su uso global haya disminuido algo en los últimos años. Aunque sus indicaciones son muy comunes, es posible que parte de este amplio uso sea el resultado de la dependencia. Hasta hace poco, los informes publicados sobre dicha dependencia eran comparativamente escasos. Sin embargo, en la actualidad se ha demostrado la existencia de síntomas de abstinencia en una proporción considerable de pacientes que siguen un tratamiento a largo plazo con dosis normales de benzodiacepinas. El síndrome de abstinencia suele durar entre 8 y 10 días, y se caracteriza por insomnio, ansiedad, pérdida de apetito y de peso corporal, temblores, sudoración y una serie de trastornos perceptivos. Es probable que durante la abstinencia de las dosis terapéuticas sean infrecuentes los acontecimientos más graves, como los ataques epilépticos y la psicosis. La incidencia global de la dependencia de las benzodiacepinas sigue siendo desconocida.